Cenizas.

Te quise con la intensidad del dolor;
con la corteza del tronco de los árboles
raspando mis manos por tus manos.
Con la mirada desnuda
y el cuerpo sincero.
Con la certeza de nuestro fin.

En cada palabra pronunciada por tu boca,
en cada silencio de la mía.

En cada poema que encontraba,
Baudelaire o Lorca,
Mistral o Pizarnik.
Tomé prestadas sus voces
para honrar tu cuerpo.

Te quise cada hora dos veces al día,
con el sol saliente y la noche amenazante.

Te quise nueve meses por semana,
buscando la paz en tu vientre vacío,
como si algo escondiese,
como si el milagro otorgase
entre tus secretos.

Quise todo aquello que irradiabas,
iluminar mi sendero con tu luz,
mi océano con tu calma,
estrellar mis noches,
tener siempre tu voz a mis espaldas.

Te quise a ti, mujer de agua,
con todo el querer que me permite el verso
y la extensión del infinito en mi palabra.

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